La reciente detección de casos de Peste Porcina Africana (PPA) en fauna silvestre en Cataluña ha vuelto a poner en alerta a todo el sector porcino. En PORINOX seguimos esta situación con preocupación y cercanía, porque llevamos muchos años trabajando de la mano de ganaderos, integradoras y veterinarios. Sabemos perfectamente qué implica una amenaza de este nivel para una explotación: incertidumbre, presión operativa y un contexto económico frágil.
1. Una realidad que todo el sector comparte
Para quienes trabajáis en explotaciones porcinas, la bioseguridad no es un concepto teórico. Es una responsabilidad diaria y, en momentos como este, una carga adicional que se nota en cada decisión.
Sabemos que la situación actual puede generar:
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Incertidumbre sobre la evolución de los brotes.
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Tensión en la gestión del personal y los accesos.
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Preocupación por la estabilidad económica de la explotación.
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Complicaciones logísticas relacionadas con movimientos y suministros.
En PORINOX no hablamos desde la distancia. Conocemos bien el dia a dia de una granja y la fragilidad del equilibrio cuando aparece un riesgo sanitario de este tipo.
2. Medidas de bioseguridad que conviene reforzar
Aunque muchas de estas prácticas son ya habituales, es recomendable revisarlas a fondo cuando aumenta la presión sanitaria:
✔️ Control de accesos y registros
Limitar entradas, reforzar los pasos de higiene y asegurar que todo el personal sigue el protocolo.
✔️ Limpieza y desinfección de vehículos y materiales
La transmisión indirecta sigue siendo una de las vías más frecuentes.
✔️ Gestión interna clara y cuarentenas
Separar animales nuevos o de riesgo, y mantener circuitos bien definidos dentro de la granja.
✔️ Protección frente a fauna silvestre
Cierres, malla perimetral, y mantener el entorno limpio y sin restos orgánicos.
✔️ Ventilación y control ambiental
Un ambiente estable, con humedad y gases controlados, reduce el estrés y la vulnerabilidad sanitaria del ganado.
Las granjas que aplican estos protocolos de forma constante suelen ser las que mejor resisten los escenarios de riesgo.
3. Las instalaciones como apoyo en tiempos de riesgo
El estado de las instalaciones —chimeneas, extracciones, puertas, cerramientos, zonas de paso— influye directamente en la bioseguridad. No se trata de realizar cambios precipitados, sino de revisar si existen puntos débiles que conviene reforzar o mantener:
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Accesos que no cierran bien.
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Equipos que requieren mantenimiento.
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Zonas abiertas al entorno exterior.
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Instalaciones envejecidas que ya no garantizan la misma protección.
Un entorno físico estable ayuda mucho a contener la presión sanitaria.